jueves, 17 de abril de 2008

HAY DE CHINGADERAS A CHINGADERAS...

HAY DE CHINGADERAS A CHINGADERAS…
Imaginemos que existe una religión que determina que, por el hecho de nacer mujer, a cada recién nacida se le debe cortar una mano. O la nariz. O una pierna. O las orejas.
La ABLACIÓN es algo parecido, pero la violencia se ejerce en este caso sobre los genitales femeninos. Y si “dios” dice que hay que extirparlos. Él sabrá…
Lo “bueno” de las religiones es eso, que pueden “ordenar” las cosas más descabelladas sin tener que justificarlas desde ningún punto de vista, ni científico ni moral, ni de acuerdo con los Derechos Humanos más básicos (porque además, en según donde, ni se consideran derechos, ni se cree que todos seamos estrictamente humanos con derecho).
Son las cosas de fe, que además de mover montañas puede inducir al suicidio, la guerra santa o el crimen sin que le tiemblen sus libros sagrados.
Es la maldición de la religión.
Lo que sucede con la ABLACIÓN es que la glosa del Corán, según sus exégetas, indica que las mujeres deben ser sometidas a una repúgnate y bárbaro crimen cometido contra su cuerpo, contra su sexualidad, esto es: contra su libertad, su conciencia y su autonomía de seres humanos. Consiste la operación en la extirpación salvaje del clítoris femenino que –también según el Corán- debe efectuarse con la ayuda de los mismos instrumentos que se utilizan para esterilizar el ganado o coser unos zapatos. A veces se emplea un imperdible. Normalmente, el barbero o alguna mujer experta en mutilaciones lo llevan al cabo con la misma naturalidad e idéntico “cuidado” con que se extraen los testículos de un carnero viejo. Lógico, si tenemos en cuenta que quienes la practican o consienten en someter a sus hijas a tamaña salvajada, no sienten por las mujeres mucha más consideración que por un animal inútil o un zapato usado.
En África, la ABLACIÓN es algo “natural” que han privado de goce sexual a una gran parte de la población femenina. Una mujer que no goza del sexo es sólo un receptáculo para la reproducción, y ¿para qué más puede servir una mujer?... pensarán ellos. Africanas, amerindias, asiáticas… son a diario todavía sometidas a la CLITORIDECTOMÍA, con el regalo añadido en ocasiones de la INFIBULACIÓN, o sea: del cosido casi total de los labios mayores y menores de la vulva. Para este remiendo en la carne femenina se usan materiales tan comunes e inverosímiles para este fin como: hilo de pescar, alambre, fibras. El objetivo es cerrar bien la fuente de placer femenino para que nada pueda entrar ni salir. Es la mujer considerada como una puerta cerrada a cualquiera que no sea su dueño, es decir; su marido, que por lo general disfrutará al menos de otras tres o cuatro esposas, si es que quiere aparentar ser alguien en la vida. Por el mismo motivo procurara tener varias vacas y no una sola.
La versión masculina de la ABLACIÓN es –que sorpresa- la circuncisión, que consiste en amputar el prepucio del pene para dejar al “aire” el glande, lo cual siempre tiene beneficios médicos e higiénicos (previene el contagio de enfermedades infecciosas, incluso del sida). Muy al contrario que la ABLACIÓN que no encuentra justificación de ningún tipo –excepto la del miedo ancestral al poder femenino, que en muchos lugares aún relega a la mujer a un estado más indigno que el de un perro sarnoso- y tiene siempre consecuencias médicas terribles: infecciones, hemorragias, retracción de la piel y por supuesto, anorgasmía y repugnancia (dolor puro dolor) ante el contacto sexual. Una mujer detesta mantener relaciones sexuales, será siempre fiel. En ciertas culturas una mujer que no haya sido mutilada difícilmente encontrará marido, cuando encontrar marido es su único horizonte posible. Así, la mujer no sometida a la ABLACIÓN se verá discriminada, también socialmente. ¿Y quién quiere algo así par su hija? Mejor someterla a la ABLACIÓN para que tenga un futuro digno y un plato de comida asegurado por su marido.
Pero la ABLACIÓN no solo se practica en lejanos países (en más de 30, por decir una cifra aproximada) de los qué apenas hemos oído hablar, -casi siempre impunemente- en Europa, en colonias de inmigrantes cuyas mujeres siguen convencidas de que cercenar el cuerpo de sus hijas es la única manera de lograr que sean aceptadas.

1 comentario:

Jr™ dijo...

Benny, Help, a lo mejor voy a Guadalajara y necesito que me recomiende una CM donde este las chavas de buen ver.

Saludos